domingo, 31 de enero de 2010

Las líneas de Chávez Nº. 57

Confieso que he vivido

Nº. 57 de fecha 31 de enero de 2010. El Presidente Chávez le hace un llamado al pueblo venezolano a no caer en provocaciones y a que "no le hagamos el juego a un grupo empresarial de la comunicación y a sus aliados que están buscando un pretexto para soliviantar la tranquilidad nacional."

Un 31 de enero de 1815 fue perpetrado uno de los crímenes más horrendos de nuestra historia. Hoy conmemoramos el 195o aniversario del asesinato del general en jefe José Félix Ribas: héroe y mártir de nuestra gesta emancipadora.


Recordemos que a finales del año 1814 la Segunda República había entrado en agonía. Nada podía detener la avalancha popular liderada por José Tomás Boves: la independencia no había encarnado, por aquel entonces, como causa social.

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La adversidad se había cebado sobre Ribas desde la fatal encrucijada de Urica (5 de diciembre de 1814) y el heroico pero inútil intento de resistir en Maturín (11 de diciembre de 1814).


El vencedor en La Victoria”, como lo bautizó el mismo Bolívar, con su salud menguada, huyó hacia las selvas del Alto Llano: fue delatado, capturado por los realistas y conducido a Tucupido. Allí fue ejecutado con extrema crueldad. Ya Ribas, impertérrito, había soportado toda clase de vejámenes.


Su cuerpo fue literalmente desmembrado. En la Puerta de Caracas su cabeza, frita en aceite, estuvo colgada mucho tiempo, para escarmiento de los patriotas. Llevaba el gorro frigio que siempre usó como símbolo de su condición de revolucionario radical.


Pero la Revolución Bolivariana se ha encargado de demostrar que este adalid no murió el 31 de enero de 1815: ¡Ribas vive! Vivo está en la misión social educativa que lleva su nombre: vivo está en la memoria y en el amor de nuestro pueblo. ¡Vivo en la vanguardia va el vencedor de Niquitao, Los Horcones, Vigirima y La Victoria! Vivo y comandando la batalla cotidiana por nuestra independencia definitiva. trabajadoras_y_trabajadores_de-20100123-164851


II
En muestra fehaciente de una carencia palmaria de agenda política, la irracional “oposición” venezolana vuelve a cabalgar sobre la supuesta ausencia de libertad de expresión en el país con el afán de crear un clima de desestabilización y violencia. Esto amerita cierta reflexión.


El argumento que más se escucha en la menguada protesta es que el Gobierno impide o coarta la libre expresión del pensamiento. El problema no está allí, lo sabemos todos y todas.
Pregúntese cualquiera de ustedes, compatriotas, hombre o mujer, joven que me lees: ¿Qué hacer cuando un canal de televisión no quiere cumplir las leyes? ¿Cuándo no se pone en consonancia con la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión?


¿Qué hacer cuando un canal pretende pasar por internacional, con un 94% de producción nacional, burlándose de la legalidad vigente?


¿Por qué este canal no toma el ejemplo de infinidad de señales internacionales que salen a diario sin problema alguno? ¿Por qué sus directivos no comparecen ante los entes correspondientes y consignan los documentos requeridos?


El cuerpo legal del país no puede funcionar de acuerdo a los caprichos de la patronal mediática. No podemos ser complacientes con la ilegalidad, ni con la violencia desestabilizadora.


Por eso le digo al pueblo venezolano que no caiga en provocaciones: no le hagamos el juego a un grupo empresarial de la comunicación y a sus aliados que están buscando un pretexto para soliviantar la tranquilidad nacional.


El problema de fondo radica en que la oligarquía quiere entender la libertad, única y exclusivamente como el principio que garantice sus propios designios: a la medida de sus particulares intereses y  privilegios. Así quedó demostrado el 12 de abril de 2002 cuando pateó a la Constitución y arrasó hasta con el más mínimo vestigio de legalidad. No señores, entiéndanlo de una buena vez, aquí hay un Estado social y democrático, de derecho y de justicia, que legítimamente el pueblo venezolano se ha dado en pleno ejercicio de su soberanía. Y Pueblo, Gobierno y Fuerza Armada Bolivariana, en unidad indivisible, estamos dispuestos a hacerlo respetar. ¡No podrán con nosotros y nosotras!


Nuestra Constitución y nuestras leyes forman el cauce de un destino que nos involucra a todas y todos por igual: aquí nadie está por encima de la ley y el Estado ya no está al servicio, como lo estuvo durante cien años, de los intereses y privilegios de los poderosos.


En realidad y en verdad, los jefes de la contrarrevolución no están haciendo otra cosa que reeditar un formato que ya conocemos. Se trata, una vez más, de embaucar a ciertos grupos para que les hagan el mandado: usándolos, como carne de cañón, en protestas que no se atreven a encarar.


Duele e indigna tener que recordarlo: ya la irresponsabilidad criminal de sectores apátridas le ha costado a Venezuela estos últimos días la muerte de dos jóvenes en Mérida. Dos asesinatos perpetrados por bandas en las que la presencia del paramilitarismo y del fascismo es evidente. Igualmente, fueron heridos a balazos dos guardias nacionales bolivarianos, así como agredidos y heridos numerosos policías en varias ciudades del país.


En el fondo, el pretexto es lo de menos: hoy es por un canal de televisión, mañana por la inseguridad y pasado por vaya usted a saber qué. Se trata de la misma tentativa desestabilizadora de siempre: de la misma conspiración mediática. Es el mismo golpe interminable desde abril de 2002, ahora enmarcado en el contraataque imperial.


Lo repito: ante esta situación, necesario es que nuestro pueblo se despliegue en batalla, con el partido, los estudiantes, la clase obrera, los movimientos campesinos, las mujeres, todas y todos en la vanguardia, con el fin de preservar la paz y la tranquilidad de todos los venezolanos y venezolanas: todos, esto es, incluidos quienes nos adversan, porque nada está por encima de la Patria. La presencia viva y activa de los estudiantes revolucionarios en las calles debe convertirse en un muro de contención que disuada y neutralice a quienes pretenden incendiar nuestras ciudades.


Y no menos necesario es que la Revolución no pierda la iniciativa y lleve el ritmo del combate en todos los terrenos. Especialmente, en el terreno comunicacional debemos tomar la ofensiva con todo el poder crítico y creador de la artillería del pensamiento.


III
La agenda política, económica y social de la Revolución Bolivariana ha tenido un gran dinamismo en esta semana. Haré un esfuerzo de síntesis para tratar de abarcarla.


Lo primero que quiero mencionar es el conjunto de nombramientos en el alto Gobierno que anuncié al país el martes pasado: Elías Jaua es el nuevo vicepresidente de la República y continúa en el cargo de ministro del Poder Popular para la Agricultura y Tierras. El general en jefe Carlos Mata Figueroa recibe el Ministerio del Poder Popular para la Defensa y sigue al frente del Comando Estratégico Operacional. Igualmente, Alejandro Hitcher pasa a desempeñar el cargo de ministro del Poder Popular para el Ambiente.


El jueves 28 de enero juramenté al ministro del Poder Popular para la Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias, Ricardo Menéndez, como vicepresidente para la Economía Productiva. El mismo día designé a Tania Díaz como presidenta de Venezolana de Televisión.


Son cinco compatriotas que han demostrado vocación de servicio, capacidad de trabajo y compromiso a toda prueba con la Revolución Bolivariana.


El 26 de enero la prestigiosa empresa italiana ENI y nuestra Pdvsa firmaron el acuerdo de constitución de la empresa mixta que desarrollará el Bloque Junín 5 de la Faja Petrolífera del Orinoco, la más grande reserva petrolera del mundo. En contra de tanta patraña mediática queda demostrado, una vez más, que es mentira que no haya condiciones ni seguridad para invertir en Venezuela.


De la mayor relevancia fue el I Encuentro Productivo Socialista del Fondo Bicentenario, realizado el jueves 28 de enero. Con la instalación y activación de las mesas productivas estamos dando un paso cierto hacia un trascendente objetivo de la vía venezolana al socialismo: superar nuestra condición de país rentista; ser, en realidad y en verdad, un país cada vez menos dependiente del petróleo. Para ello, estamos convocando a todos los venezolanos y venezolanas de buena voluntad: la plena realización de la Venezuela productiva no admite la menor demora. Ahora mismo, cuando escribo, recibo mensaje del ministro Ricardo Menéndez: “Comandante, desbordadas las mesas productivas en la región Central. En Maracay debimos prorrogar hasta mañana. 443 proyectos hoy. En total de la región van 911”. Le respondo: “Rumbo al socialismo, todo eso rumbo al socialismo”.
Quiero destacar el hermoso acto de graduación  de la primera promoción de ingenieros e ingenieras mención gas que se realizó en Lagunillas, estado Zulia, el viernes 29 de enero: son 161 compatriotas que conforman una verdadera vanguardia de profesionales revolucionarios. Ellos son una nueva y poderosa razón para reafirmar que nuestra Patria tiene el camino abierto para convertirse en una potencia gasífera.


Finalmente, felicito al equipo Leones del Caracas: se han coronado campeones del béisbol venezolano, temporada 2009-2010, tras una reñidísima final en la que batallaron durante siete juegos con los Navegantes del Magallanes. No pudo, esta vez, el Magallanes: cosa que lamentamos las magallaneras y magallaneros. Pero ahora los Leones son Venezuela: vamos todos y todas a ligar para que se lleven el título en la Serie del Caribe que arranca el próximo martes en nuestra bella Isla de Margarita.
De mi parte les digo: he comprobado que a pesar de los cuarenta años transcurridos desde aquellos días inolvidables de la Barinas de 1969, el Liceo O´Leary, las partidas de pelota en La Carolina o en el parque La Federación, las tertulias en los bloques de la Rodríguez Domínguez y todo aquel tiempo mágico que se convirtió en recuerdos, la pasión magallanera está aquí, intacta, chisporroteando en cada jugada, en cada lanzamiento, en cada batazo…


Gracias doy a los Leones del Caracas, gracias doy a los Navegantes del Magallanes, gracias…


Porque entre tanto ajetreo revolucionario y contrarrevolucionario, a cuyo epicentro me trajo esta vida, me hicieron revivir aquellas tempranas pasiones, que luego vinieron a convertirse en este fuego patrio en el que me “consumo gustosamente”, como dijo el profeta.


Y, con una sonrisa, digo ahora con el gran Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”.


¡De verdad, vivido…!


Patria socialista o muerte,
¡Venceremos!

Hugo Chávez

domingo, 24 de enero de 2010

Las líneas de Chávez No 56

¡Contraataque Bolivariano!

Nº. 56 de fecha 24 de enero de 2010. El presidente Chávez hace una reflexión sobre el significado del 23 de enero de 1958, fecha en la que el Poder Popular conquistó la libertad, la cual le fue arrancada de las manos por la oligarquía, y la tarea de estar vigilantes ante las perversiones y las intenciones de desviar el rumbo que transita hoy la patria hacia la independencia. "Hoy como nunca debemos ser vigilantes en aniquilar todas las perversas cualidades que alimentaron a un Estado al servicio de las prebendas y privilegios de una minoría a costa de los sacrificios de la mayoría"

Al cumplirse 52 años de aquella gesta del pueblo de Venezuela, y muy en especial de su capital, para honrar una vez más la letra de nuestro canto magno: ¡Seguid el ejemplo que Caracas dio! 23 de enero con sabor, ritmo y alma popular, 23 de enero que mucho nos dice de toda una nación dispuesta al sacrificio por su dignidad y libertad. Pero lo que estaba llamado a ser una época, aún más, una era de felicidad y estabilidad política para nuestra nación, fue traicionado en su espíritu: a la luz de lo que han sido los herederos políticos de aquella jornada que hoy conmemoramos, podemos asegurar que el esfuerzo popular fue defraudado para privilegiar los viles intereses de una clase política, que pronto mostraría lo que verdaderamente era: lacaya del imperialismo.

 

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Movilización popular del 23 de enero de 1958, vista desde la Av Sucre.

Hoy, haciendo un balance, podemos decir que da lástima ver cómo tanto empeño patrio fue desvirtuado y traicionado en función del reparto de serviles cuotas de poder.


Bástenos recordar lo que escribiera uno de los verdaderos héroes de aquellos días de enero de 1958. En su carta de renuncia al Congreso, del 30 de junio de 1962, Fabricio Ojeda –héroe y mártir del Pueblo venezolano- hizo uno de los mejores balances críticos sobre el 23 de enero de 1958 y sobre sus consecuencias:


El 23 de enero, lo confieso a manera de autocrítica creadora, nada ocurrió en Venezuela, a no ser el simple cambio de unos hombres por otros al frente de los destinos públicos. Nada se hizo para erradicar los privilegios ni las injusticias. Quienes ocuparon el Poder, con excepciones honrosas, claro está, nada hicieron para liberarnos de las coyundas imperialistas, de la dominación feudal, de la opresión oligárquica. Por el contrario, sirvieron como instrumento a aquellos intereses que gravitan en forma negativa sobre el cuerpo desfalleciente de la Patria.


Patria, Patria, qué grande le quedó en la boca a aquellos que terminaron por entregar nuestra soberanía al mejor postor; Patria, qué grande le sigue resultando a los enanos de siete suelas encarnados hoy en las viudas y los viudos del puntofijismo. Hoy como nunca debemos ser vigilantes en aniquilar todas las perversas cualidades que alimentaron a un Estado al servicio de las prebendas y privilegios de una minoría a costa de los sacrificios de la mayoría. Tal debe ser nuestro homenaje vivo y diario, real, a ese 23 de enero, que hasta la historia oficial quiso arrebatarnos para siempre. Con nuestra Revolución Bolivariana asistimos al parto del Estado Socialista, que se levanta sobre los restos de aquel Estado Burgués, aún moribundo. Este es el tránsito que hoy experimentamos, el mismo tránsito que estamos obligados a seguir profundizando, si queremos erradicar verdaderamente los signos de la vieja política, centrada en el despilfarro, la corrupción, la burocracia, el ventajismo y la ineficiencia que aún perviven infiltrados en las prácticas actuales.
II
Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia, dignidad a todos los hombres, cantaba ese gran poeta francés Arthur Rimbaud. Y vaya que nuestra Revolución ha sabido armarse de paciencia, pero sin perder el fuego sagrado purificador: la llama que, dentro de cada uno de nosotros y nosotras, nos impulsa a hacer justicia y a dignificar a todos los hombres y mujeres de Venezuela; para que nuestro pueblo alcance la mayor suma de felicidad que se merece.

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Trabajadoras y trabajadores de la cadena de supermercados Hipermercados Éxito demuestran su total apoyo hacia el Comandante Chávez y la decisión tomada por el Gobierno Revolucionario de nacionalizar esta empresa, ante el incumplimiento de la ley.

 

Fue esa misma llama la que inflamó de vergüenza patria a la gran  mayoría de trabajadores y trabajadoras de la cadena de hipermercados Éxito, obligándonos a tomar medidas con la prontitud que exigían los hechos.


Lo he dicho infinidad de veces: no vacilaremos a la hora de castigar a quienes se burlan de nuestras leyes; a quienes creen que pueden jugar impunemente con las necesidades más elementales de nuestro pueblo; a quienes delinquen a través de la especulación, el acaparamiento y el desabastecimiento.


Los alimentos no son mercancía, lo reitero, y tampoco lo son aquellos productos de los cuales depende en mucho la vida diaria de la población.


Quiero, por tanto, hacer un llamado a todos los trabajadores y trabajadoras, para que nos ayuden en esta guerra que le hemos declarado a esta variante de la delincuencia de cuello blanco: a estos pillos que pretenden pasar por comerciantes o industriales.
A los verdaderos comerciantes e industriales del país quiero invitarlos, también, a unirse a esta batalla patria: se trata del beneficio de todos, más allá de los tintes políticos y las diferencias ideológicas que podamos tener.


III
Fue en el gran acto de firma de la Convención Colectiva Petrolera 2009-2011 de PDVSA donde, igualmente, rubriqué el decreto que ordena la expropiación de los hipermercados Éxito. Dos buenas nuevas para la clase trabajadora de Venezuela y para nuestro pueblo como totalidad, incluyendo a los compatriotas que nos adversan, como consecuencia de la campaña a la que son sometidos, día y noche, por la mayoría de los medios de comunicación privados.


La Convención Colectiva de PDVSA tiene como propósito fundamental otorgar beneficios integrales al trabajador petrolero, más allá de la perspectiva economicista intrínseca al capitalismo, a través de un esquema de retribuciones por el trabajo, centrado en la satisfacción de las necesidades espirituales y materiales de los trabajadores.


Daremos el todo por el todo por la tranquilidad de la colectividad y la dignificación de todos los ciudadanos y ciudadanas y, por supuesto, de nuestras ciudades. En este sentido, esta semana inauguramos una obra extraordinaria y sin antecedentes en Venezuela: el Metrocable de San Agustín. Una obra que es viva demostración de la Caracas que está cambiando en realidad y en verdad.


Por primera vez, un gran porcentaje de las riquezas provenientes de nuestros hidrocarburos son invertidas en grandes obras para nuestro pueblo, en atención a esa línea de fuerza que tanto pregonaran hombres de buena voluntad en el siglo pasado: la siembra del petróleo. Y vaya que la cosecha ya comienza a mostrársenos en San Agustín, y en tantas otras partes, porque como decía el Che: “cuando lo extraordinario se hace cotidiano es porque estamos en Revolución”.


IV
No existe ningún fatalismo histórico que condene, a perpetuidad, al valiente y tenaz pueblo haitiano. No existe tal maldición, salvo en la mente enferma del archiconocido predicador Pat Robertson. Su reflexión cavernaria, pueril y rebosante de ignorancia no es más que otro eslabón en la estrategia de “poder inteligente” (smart power), a través del cual el Imperio está realizando la más infame de sus invasiones militares.


Es verdaderamente indignante el perfil noticioso de las grandes agencias de información en el doloroso caso de Haití. Hablan, con cínico asombro, de una Haití devastada, cuando la devastación no reviste novedad alguna para el sufrido pueblo haitiano, cuando la devastación ha sido producida precisamente por la intervención imperialista y la imposición del capitalismo más depredador sobre ese hermano país del Caribe. Además, como parte integral de la estrategia intervencionista, tratan de vendernos la imagen de una muy “humanitaria” misión estadounidense. Tan “humanitaria” es que lleva un muy pesado cargamento de marines, no precisamente preparados en operaciones de rescate. ¡Son tropas entrenadas para invadir, para matar!


La realidad es que las tropas gringas controlan hoy el territorio haitiano. Han tomado el Palacio de Gobierno, el Palacio Legislativo y controlan el aeropuerto internacional a su antojo.


Y mientras un grupo de naciones soberanas luchamos por incrementar la ayuda humanitaria, el empeño del Comando Sur se afinca en el incremento de la presencia militar del Imperio.


Estamos ante una manifestación del contraataque imperial sobre América Latina y El Caribe. Una triangulación fatal se gesta entre Colombia, Honduras y la ocupada Haití. Tres versiones de la nueva estrategia de intervención yanqui en suelo nuestroamericano.


La patria de Toussaint L'Ouverture sufre un nuevo capítulo de dolor, miseria y abandono. Pero en esta hora aciaga, el pueblo haitiano está demostrando su coraje y su dignidad: allí está el luminoso ejemplo de los batallones de rescatistas, que se han constituido espontáneamente y que han protagonizado ya muchas operaciones de rescate y salvamento; allí está el no menos luminoso ejemplo de abnegación de los médicos haitianos formados en Cuba.


Nuestro hermano Álvaro García Linera, vicepresidente de la indetenible Bolivia, que hoy celebra un segundo mandato del gran Evo Morales, puso los puntos sobre las íes al denunciar a la fuerza invasora gringa “que no salva vidas, que no lleva alimentos, que no levanta los escombros, que no recoge cadáveres, sino que simplemente está ahí para hacer una presencia militar, y nuestro temor es que esa presencia militar quiera convertirse en permanente”.


Ésta es, cómo dudarlo, otra agresión contra nuestra América, contra la soberanía de El Caribe, contra la Alianza Bolivariana y sobre todo contra el pueblo haitiano: un pueblo en búsqueda de su dignidad secuestrada, humillada y violada por la ambición imperial, colonialista y neocolonialista, que no perdona —y que jamás lo hará— el muy objetivo hecho de que el pueblo negro, africano y caribeño de Haití fue el primero en sacudirse las viles cadenas de la esclavitud. El mismo pueblo que se convirtió en el más decidido impulsor de la causa independentista de Nuestra América, cuando el inmenso Alejandro Petión le dio todo el apoyo material y moral, sin ninguna clase de condiciones, a un Bolívar desterrado y con la caída de la Segunda República a cuestas.


Dice un hermoso graffiti en las calles de Caracas: “Ayudemos al pueblo que ayudó a Bolívar”. Sigamos ayudándolo de corazón y con generosidad: sigamos encarnando el espíritu bolivariano.


No en vano Haití fue, como bien dijera nuestro Orlando Araujo, “el Alma Mater de nuestra Independencia”. Tengo plena confianza en la fuerza histórica del Pueblo haitiano: la fuerza que lo hará levantarse a pesar de tanta adversidad.


A los patriotas y las patriotas de nuestra América no nos queda otra vía que recurrir a la estrategia perfecta: ¡Contraataque popular a todo lo largo del frente de batalla!


El 22 de enero, allá en las alturas de Bolivia, con un Evo Morales iniciando un nuevo periodo de Gobierno Socialista y con un pueblo desbordando aquellos espacios, donde nuestro padre Bolívar sintió el “amor más desenfrenado de libertad”, iniciamos la contraofensiva internacional de este año 2010, Bicentenario del inicio de esta revolución de Independencia.


Y ayer, 23 de enero, con la gran marcha patriota, verdadera marea roja, se desató el Huracán Bolivariano, que recorrerá Venezuela todo este año bendito.


¡Comenzó el contraataque Bolivariano!
¡Oligarcas temblad!
¡Venceremos!

Hugo Chávez

domingo, 17 de enero de 2010

Las líneas de Chávez No. 55

¡Haití, Haití!

I
La historia nos está llamando a Haití en esta hora tan difícil y dolorosa.


Haití: la primera República negra del mundo y la primera República de Nuestra América en fecha tan temprana como el 1° de enero de 1804, tras vencer a las tropas napoleónicas luego de 12 años de lucha (1791-1803). Haití: la de los jacobinos negros, la de Toussaint L'Ouverture y Alejandro Petión.


Haití: la de Miranda; allá llegó con su sueño de liberar a todo un haiti continente y como ocurriría con Bolívar, diez años más tarde, recibiría toda la solidaridad y el apoyo de los jacobinos negros; allá izó el Precursor por primera vez nuestra bandera, en el mástil del buque Leander el 12 de marzo de 1806.


Haití: la de Bolívar, la de la Expedición de los Cayos (1816) que contó con el respaldo sin condiciones del ilustre Petión, quien sólo le pidió la libertad de los esclavos. No en vano nuestro Libertador lo llamó “el autor de nuestra libertad”. Allí, en contacto con la realidad de la “República más democrática del mundo” —son sus palabras—, Bolívar terminó de forjar el temple de su espíritu revolucionario.
Haití es, entonces, tierra santa para nosotros y nosotras.


Llevo inscrito en mi alma al heroico y sufrido pueblo haitiano con su infinito amor y su grandísima esperanza. En marzo de 2007 la fuerza de su amor y su esperanza me hizo correr, junto a él, por las calles de Puerto Príncipe, sintiéndome entre hermanos y hermanas.


Este devastador sismo se agrega a la tragedia infinita que padece el pueblo haitiano desde hace tantos años.


Por Petión y por Bolívar, nos toca saldar una deuda histórica. Por eso mismo, Venezuela se ha puesto a la orden de Haití. Ya están dos brigadas humanitarias en la Patria de Petión y pronto partirán otras. Igualmente, lanzamos la Campaña de Solidaridad con Haití y el pueblo venezolano está respondiendo como sabe hacerlo.


Por Petión y por Bolívar: ¡Venceremos!


II
Las medidas económicas que hemos tomado responden a la necesidad de salirle al paso a una situación que se enmarca en un proceso de transición dinámico y complejo.


No hay varitas mágicas que todo lo resuelvan en materia económica. Sobre todo cuando se trata de garantizar la soberanía económica del país.


Desde que asumimos el control de cambio a esta parte, hemos ido evaluando de cerca el comportamiento coyuntural de la economía nacional y esto nos ha permitido paliar los efectos internos de la crisis mundial del capitalismo, que terminó desestabilizando a todas las economías regionales.


Hoy nos vemos en la urgencia inexorable de aplicar correctivos de naturaleza económica. Cierto que las decisiones tomadas puedan causar zozobras e inquietudes, ya que todo cambio las propicia.


Tengo plena confianza en la conciencia del pueblo y sé que no va a caer en las falsas alarmas que los medios de comunicación pitiyanquis adelantan: pretenden hacer creer que se abrieron las puertas del infierno y que el Gobierno desde ahora arderá en su propio fuego. Como ha sido hasta ahora, se quedarán esperando el descalabro total que tanto ansían.


No hay más atinada decisión que la que se toma a tiempo y respondiendo a las particularidades del momento histórico: lo otro es estirar la arruga o esconder la cabeza y eso no estamos dispuestos a permitírnoslo.


Cada paso que damos en Revolución implica no sólo riesgos sino sobre todo nuevos retos: hemos demostrado nuestra disposición a enfrentarlos, con responsabilidad y compromiso, teniendo en el centro del corazón las más sentidas necesidades del pueblo venezolano.


Modificar el valor de nuestra moneda en relación al dólar es tan solo la instancia más superficial de lo que nos proponemos en el fondo. En realidad y en verdad, estamos revaluando el bolívar al proponernos nuevos retos.


En primera instancia, tendremos más fortaleza para enfrentar las groseras prácticas especulativas que no hacían otra cosa que distorsionar financieramente el valor real de los bienes y los servicios.


El Estado, en este sentido, no podía seguir cediendo beneficios cambiarios a quienes decidían a su antojo lo que importaban como bienes necesarios, siendo en realidad artículos suntuarios que vendían a precios incontrolables.

Por eso se creó esta semana el Plan Nacional Contra la Especulación. Estamos creando condiciones para generar un verdadero fortalecimiento de la industria interna que satisfaga los más genuinos intereses nacionales.


No podemos seguir importando sin medida aquello que ya estamos en la posibilidad de comenzar a producir en el país. De allí el llamado a la buena voluntad de los pequeños y medianos empresarios e inversionistas que deseen acompañarnos en este empeño de forjar un nuevo modelo económico.


En este sentido, el miércoles pasado creamos el Fondo Bicentenario de Producción Socialista, que viene a constituirse en un primer paso en la consolidación de una política de apoyo hacia la soberanía productiva nacional.


Esto nos permitirá no sólo diversificar y aumentar la producción de bienes y servicios para responder a nuestras más sentidas necesidades internas sino, además, adquirir una nueva fortaleza con la exportación de nuestros productos.


Sirva, pues, esta coyuntura para, con honestidad y responsabilidad, emprender con firmeza la construcción de un país que deje de ser rentista y corte el nudo gordiano de la dependencia petrolera.


Un problema central y trascendente de la vía venezolana al socialismo reside en la metamorfosis global del modelo rentista: en el cambio estructural del modelo de acumulación capitalista que tenemos; cambio que depende de la diversificación productiva hacia la que nos orientamos para superar definitivamente al rentismo.


III
Quiero reiterar un lineamiento estratégico que enuncié el pasado viernes en mi intervención en la Asamblea Nacional con motivo de la presentación de la Memoria y Cuenta del año 2009: debemos seguir desmontando el viejo Estado burgués y acelerar el proceso de construcción del nuevo Estado social y democrático, de derecho y de justicia, que manda nuestra Constitución. Es una necesidad histórica y un imperativo categórico para la continuidad y profundización de la Revolución Bolivariana, rumbo al socialismo.

No debemos darle oxígeno al Estado burgués. Por el contrario, quitárselo es un imperativo para que se extinga definitivamente.


El Estado burgués todavía tiene espacios dentro del Estado que está surgiendo: desde esos espacios entrampa, sabotea, obstaculiza el proceso de creación de la nueva institucionalidad.


Nos falta un trecho largo para que el nuevo Estado se consolide: estamos en transición hacia él. Su consolidación depende y dependerá de cuán capaces seamos de materializar el protagonismo del poder comunal: del poder popular en todas sus expresiones.


El poder popular es el alma y la llama de otra manera de ser Estado y Gobierno. Debemos hacer realidad lo que lúcidamente visualizara Kléber Ramírez hace muchos años: “…llegó la hora para que las comunidades asuman poderes de Estado, lo que conllevará administrativamente la transformación global del Estado venezolano y socialmente el ejercicio real de la soberanía por parte de la sociedad a través de los poderes comunales”.


¡Patria, socialismo o muerte!
¡Venceremos!

Hugo Chávez

domingo, 10 de enero de 2010

Las líneas de Chávez No, 54

¡¡Campaña Admirable, Patria Admirable!!

I
¡Feliz año nuevo, camaradas!


Estas son las primeras Líneas del 2010: un año marcado por la trascendencia. Año Bicentenario del inicio del proceso de Emancipación de Venezuela y de Nuestra América. Entramos en el epicentro de la Era Bicentenaria.


En el año 2010, debemos darle la más victoriosa continuidad al  empeño emancipador emprendido hace doscientos años.


Queremos recordar, una vez más, las palabras del Gran Mariscal de Ayacucho: Cuando la América ha derramado su sangre para afianzar la libertad, entendió también que 1263072035fot_2jpglo hacía por la justicia, compañera inseparable. Sin el goce absoluto de ambas, habría sido inútil su emancipación. La voz de Sucre nos está llamando a la batalla: sin el goce absoluto de la libertad y la justicia, es decir de la igualdad, la Independencia quedaría inconclusa para siempre. Y ello sólo será posible por la vía heroica del socialismo.


Y ese es precisamente uno de los inmensos retos que enfrentaremos este año que comienza: afianzar y darle rumbo cierto a la vía venezolana hacia el socialismo. No hay mejor manera de honrar, así lo creo, la memoria viva de 200 años de batalla y en batalla.


Son 200 años de nuestro grito inicial de emancipación: grito que atraviesa el tiempo y sigue sonando sin que se apague su aliento originario.


Celebrar esta gesta, que nos honra y nos da sentido, debe significar un certero y firme compromiso con nuestro tiempo histórico.


Ya en nuestra Carta Magna está señalado, a grandes trazos, el sendero: el Proyecto Nacional Simón Bolívar nos precisa tanto la concepción como las acciones. Y los años que llevamos en Revolución son la concreción de nuestra dinámica constructiva, creativa y liberadora. Nos resta, siempre nos restará, profundizar en el alma colectiva y en la práctica cotidiana, con un propósito superior: la encarnación definitiva del poder popular, el despliegue de toda su fuerza liberadora, para darle sentido pleno y destino irreversible a la Revolución Bolivariana.


Recordemos al gran Alí Primera: nosotros y nosotras, compatriotas, hagamos la historia y que otros la escriban, en un mundo mejor.


Doscientos años después, nuestra Revolución es la extensión viva de la misma lucha. Es la hora de darle feliz término, pues, a la Independencia inconclusa: esa es la celebración que nos convoca y nos da presencia; que nos enaltece y nos compromete.
Hoy, más que nunca, es la hora de Bolívar y está sonando en todos los relojes. Que suene también, pues, en todos los corazones.


II
Este año nuevo, compatriota, es tuyo.


Ha nacido de ti más que del tiempo, escoge
Lo mejor de ti y entrégalo al combate.


He querido recordar estos versos de Pablo Neruda porque lo que nos espera en este año es combate y más combate: contra la corrupción, contra la burocracia parasitaria, contra la inseguridad, contra el derroche de todo tipo, contra los malos hábitos inoculados desde hace tanto tiempo por el capitalismo. El combate contra estas desviaciones y estos peligros, que en nada contribuyen a la consolidación de un nuevo sistema social, debe permitirnos consolidar el campo revolucionario y ampliar el espectro de nuestras alianzas para, en consecuencia, ubicar con mayor claridad al enemigo imperialista, a sus aliados en la región y a sus lacayos dentro de nuestras fronteras.


Ésta es la gran Campaña Admirable que debe llevarnos a grandes victorias este año: hoy quiero pedirte, compatriota que me lees, que des lo mejor de ti para que junto a todo nuestro pueblo, fortalecido en su conjunto -por la acumulación de sus luchas y victorias- continuemos consolidando nuestra Revolución Bolivariana.


A esta dinámica de consolidación responden las nuevas medidas que he anunciado el pasado viernes 8 de enero. Un nuevo horario regirá en las oficinas públicas, de 8 am a 1 pm, con el propósito de ahorrar energía eléctrica. (Salvo las oficinas de atención al público que seguirán laborando en su horario habitual.) De igual forma y con la finalidad de frenar las importaciones no necesarias, sustituir importaciones e impulsar y estimular la producción para la exportación, he anunciado la entrada en vigencia de un nuevo tipo de cambio en dos niveles: un primer nivel a 2,60 BsF por dólar y un segundo nivel, a través del denominado “dólar petrolero”, en 4,30 BsF.


El primer nivel abarca los sectores salud, alimentación, maquinarias y equipos, ciencia y tecnología, libros, al igual que las remesas familiares, los compatriotas que estudian en el exterior, consulados y embajadas, jubilados y pensionados; y un segundo nivel que abarca los sectores automotriz, comercio, telecomunicaciones, químico, metalúrgico, informático y un largo etcétera. Una tercera medida complementaria la constituye la intervención del Banco Central de Venezuela, conjuntamente con el Ejecutivo Nacional, en el llamado mercado cambiario para evitar el incremento especulativo de las divisas. Tenemos que salir del modelo rentístico petrolero y este año daremos otro gigantesco paso en ese sentido. Siempre con una consigna: la economía debe estar al servicio del hombre, en función de lo social. De allí, nuestro rumbo: el socialismo.


III


El crimen fue en San Carlos: aquel aciago 10 de enero de 1860 cae el General Zamora de bala traicionera. Aquella bala salió de sus propias filas. Para la oligarquía terrateniente, distribuida por igual en ambos partidos, el Liberal y el Conservador, la fuerza popular que se aglutinaba en torno a mi General Zamora constituía una verdadera amenaza para sus intereses que, al fin y al cabo, eran los mismos.


Zamora es el gran heredero de Bolívar. Levantó la bandera bolivariana de la justicia y la igualdad: recordemos que Bolívar redactó una ley de reparto de tierras en 1817 que, posteriormente, fue confirmada por el Congreso de Cúcuta en 1821, mediante la cual a cada soldado le correspondía una extensión de tierra como recompensa a sus servicios.


Aquellos bonos territoriales fueron comprados por Páez y los Monagas, por ejemplo, a precios irrisorios, traicionando al pueblo que luchó junto al Libertador y erigiéndose en los nuevos amos del país.


En Zamora no sólo se acendraba la lucha de clases de modo instintivo, como podría interpretarse, por ejemplo, en la rebelión popular de 1814, sino que a la conciencia de clase la acompañaba la conciencia de nacionalidad, la consolidación de la Patria como territorio y, sobre todas las cosas, la herencia de la Patria bolivariana: patria popular y justa, vejada y traicionada por los antiguos aliados del Libertador.


A 150 años de su desaparición física que hoy conmemoramos, Zamora vive y tiene mucho por hacer en esta hora de la historia: su causa la encarna hoy la Venezuela campesina, la Venezuela rural, la Venezuela pueblo, la Venezuela soldado, heredera de los vencedores y vencedoras de Santa Inés.


bolivar Hemos avanzado, cómo dudarlo, en la lucha contra ese contrasentido primitivo, por feudal, que es el latifundio; hemos rescatado tierras; hemos puesto miles de hectáreas a producir alimento para nuestro pueblo. De la mano de los movimientos campesinos, hemos comenzado a trazar y consolidar la Revolución agraria en nuestra patria.


Ahora bien, no podemos negar la arremetida de la oligarquía contra el campesinado: no podemos negar las trampas legales que todavía perviven; no podemos negar la amenaza que constituye esa nefasta llave oligarcas-paramilitares. En ésta, que también es la hora de los hornos, “y no se verá más que luz”, la milicia campesina, el movimiento campesino organizado, junto a la Fuerza Armada Bolivariana, debe estar a la altura de las circunstancias para que, definitivamente, sentenciemos a muerte la impunidad.


Feliz año 2010, primero del ciclo definitorio, concluyente, de esta Era Bicentenaria que nos baña.


¡Campaña Admirable, Patria Admirable!
¡Venceremos!

Hugo Chávez Frías