domingo, 27 de septiembre de 2009

Las Líneas de Chávez No. 40

¡Somos África….Somos Suramérica!

Esta semana ha sido de una trascendencia indudable en cuanto a la batalla de las ideas que, día a día, Venezuela viene librando en el campo internacional junto a los pueblos del Sur. Y batalla de las ideas fue, en realidad y en verdad, la que tuvo como escenario la 64ª Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas en Nueva York. Quiero destacar, en primer término, que en Nueva York no hubo la menor duda a la hora de condenar al régimen dictatorial hondureño. El mundo en pleno, salvo el sombrío estado de Israel, exige el retorno a su puesto del heroico presidente Zelaya —quien, con decisión y coraje, ha vuelto a su Patria— y el restablecimiento de la democracia en esa hermana nación, gloriosa en su empeño y en su indeclinable resistencia popular.

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Ahora bien, la condena verbal ya no basta. Honduras está en una hora aciaga: nos queda a nosotros demostrar con entereza si somos hermanos o no de este bravo pueblo centroamericano. Dilatarnos es darle licencia a la muerte.


A la hora del balance, tres intervenciones me parecieron tan memorables como medulares en esta Asamblea: me refiero a las de Muammar Gaddafi, Luiz Inácio Lula da Silva y Evo Morales.


Gaddafi puso los puntos sobre las íes sobre la necesidad impostergable de refundar a la ONU: suscribo, punto por punto, todas sus consideraciones sobre la organización y funcionamiento del Consejo de Seguridad y, también, sobre el rol protagónico que debe tener la Asamblea General.


Lula hizo énfasis en la refundación del orden económico mundial sobre bases nuevas. Coincidimos plenamente con él en que el mundo no puede seguir rigiéndose por las mismas normas y los mismos valores dictados tras la Segunda Guerra Mundial.


Por la voz de Evo habló nuevamente la sabiduría de los pueblos originarios: lúcida y conmovedora fue su defensa de los derechos de la madre Tierra en relación con la gravísima amenaza del cambio climático. Y, con toda razón, propuso que los países desarrollados deben reconocer la deuda que tienen con el planeta.


Venezuela fue a Naciones Unidas a recordarle al mundo que si aspira a cambiar, como se evidenció en el ánimo que inundó esta Asamblea en distintas voces, debe contar con los pueblos de Nuestra América y el Caribe.


Quiero retomar lo que fue el centro de mi intervención el jueves 24 de septiembre: hay una revolución en Suramérica, en Nuestra América, en el Caribe, y es necesario que el mundo lo vea, lo asuma y lo acepte porque es una realidad irreversible. Además, es una revolución que trasciende lo ideológico: es geográfica, geopolítica; es una revolución de los tiempos, una revolución moral; es una revolución necesaria.


Es grande esta revolución necesaria y va a seguir creciendo a medida que pase el tiempo. Es grande por el tiempo que carga por dentro: es grande por el espacio que abarca.


No quiero concluir estas reflexiones sobre la 64ª Asamblea General de la ONU, sin hacer referencia a la intervención del presidente Obama. Reconociendo ciertos y alarmantes vacíos e inconsistencias en su discurso —ni una sola mención a Honduras por ejemplo— su lenguaje es muy diferente al de Bush. Ahora bien, la diferencia en materia verbal que ha marcado con respecto a su antecesor, debe traducirse en una praxis consecuente. Pero primero tendría que resolver la dualidad que hasta el día de hoy caracteriza su desempeño.


Si Obama está dispuesto a acompañarnos en la creación de un nuevo orden mundial signado por el entendimiento, la sensatez y el respeto, bienvenido sea: si se deja presionar por el Pentágono —ese Estado dentro del Estado— y se resigna a seguir el mismo guión imperialista de siempre, entonces pasará a la historia como aquél que tuvo la oportunidad de dar una sólida contribución a la causa de la humanidad y prefirió echarse a un lado por temor a enfrentar, con el resto de las naciones, el reto de construir un mundo sin hegemonía imperial, esto es, en igualdad de condiciones y en paz.


Los historiadores del siglo XIX se encargaron de falsificarnos al continente africano poblándolo de falsas concepciones que son las que han reiterado los medios de comunicación. Nos vendieron perversas ideas, como que la historia llega a esos pueblos a raíz de la presencia europea; que son, por condiciones raciales, inferiores, violentos, ignorantes; que son holgazanes porque no han sabido aprovechar sus recursos; que no han podido darse estados modernos porque han preferido ser dependientes y atrasados. Esta distorsión de la realidad, hay que decirlo, ha tenido el propósito de perpetuar el discurso y la praxis de la más brutal dominación: ayer por los colonizadores, hoy por el capital transnacional. Desconocen la fuerza y el rico legado cultural africanos porque aún sobrevive, en los fabricantes de mentiras, la ambición y el atropello de nuevas formas de coloniaje.


No puedo dejar de recordar lo dicho por el presidente mártir del Congo, Patricio Lumumba, el 30 de junio de 1960 al proclamarse la Independencia de su Patria: “De esta lucha que fue de lágrimas, de fuego y de sangre, estamos orgullosos en lo más profundo de nuestro ser, ya que fue una lucha noble y justa, una lucha indispensable para terminar con la humillación y la esclavitud que se nos impuso por la fuerza. Este fue nuestro destino durante 80 años de régimen colonialista; nuestras heridas son aún demasiado frescas para poderlas separar de nuestra memoria”.


Parafraseando a Lumumba, queremos agregar: todavía son demasiado frescas las heridas en el año 2009. La memoria de África es una inmensa herida.


Es muy fácil afirmar que el futuro de África depende de los africanos y luego pedirles que se olviden del colonialismo y del imperialismo: la Madre África no puede olvidar, al igual que no puede hacerlo Nuestra América. Nadie puede ser dueño de su destino, si olvida.


Por todo ello, Suramérica hoy se levanta, abre sus brazos y estrecha lazos con los pueblos africanos, porque entiende que, de uno y otro lado del Atlántico, la sangre, la historia y la esperanza son las mismas. Ese ha sido el espíritu que ha reinado en Margarita durante la II Cumbre América del Sur-África: el espíritu que nos alienta a buscar la unión política, social y económica con África toda, teniendo como horizonte el nuevo orden mundial multipolar que estamos forzados a labrar si queremos mañana entonar el himno común de la verdadera justicia y la auténtica fraternidad en el planeta.


África y Suramérica son esenciales en la fundación de un nuevo equilibrio universal, y eso pasa por fundir nuestras voluntades y trazarnos metas comunes y viables. Un nuevo mapa estratégico común y compartido ha nacido a partir de esta Cumbre.


Lo digo con un antiguo proverbio de Senegal: “El que quiere miel tiene el coraje de afrontar las abejas. Queremos la dulce miel para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Coraje es lo que nos sobra: juntos avanzaremos a pesar de las abejas”.


Desde Margarita
¡Venceremos!

Hugo Chávez

domingo, 20 de septiembre de 2009

Las Líneas de Chávez No. 39

 

África...África

Comienzan a pasar para nosotros los nubarrones plomizos que igual que los rebullones en la novela Doña Bárbara, presagiaban malas nuevas para nuestra Patria. Sopla viento, una, dos y tres veces, sopla para que se vayan lejos todas esas amenazas que nuestros pueblos no causaron. Pasan, pasan y si apenas nos rozaron casi ni los sentimos, gracias a las acertadas decisiones de ponernos un paso, dos pasos delante de este gran caos que aún azota a gran parte del mundo capitalista

Para felicidad de nuestro pueblo y para desgracia de los muchos apátridas queafrica mapa1 esperaban llegar el momento para ver sucumbir a nuestra Revolución, y con ella a nuestra Patria, vamos con paso firme y decidido venciendo esta marejada que nos amenazaba. Es ésta la razón por la que he decidido, más que una simple y rutinaria reestructuración, dar una real y verdadera sacudida al edificio burocrático del Consejo de Ministros, y hacer nuestro, apoderarnos del espíritu bolivariano y socialista. Se trata de convertirlo en un organismo con la mayor eficacia política y la más alta calidad revolucionaria.


"El problema de la Independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu", decía Martí en su magnífica obra, Nuestra América (1881). Es, aquí y ahora, el mismo problema del socialismo como camino hacia nuestra definitiva Independencia. La dinámica institucional tiene que encarnar plenamente el cambio de espíritu que el pueblo ha hecho suyo. Una y otra vez quiero enfatizarlo para que todos lo tengamos presente como la clave prodigiosa de nuestra revolución: el pueblo no es el músculo de una inteligencia que es ajena a él; el pueblo es músculo e inteligencia de la emancipación; es él quien le está dando cuerpo al socialismo. En esta sagrada misión su perpetuidad es indiscutible.
Recordemos al Simón Rodríguez de Sociedades Americanas de 1828: "El GOBIERNO es una función compuesta de TODAS las Funciones Sociales. La más complicada, la más delicada, la más laboriosa de que pueda encargarse un hombre. No puede desempeñarla SOLO, ni aquellos, a quienes confía una parte de sus cuidados, hallan en los negocios uno, que exija completamente su atención".


De modo que no es una pura y simple inercia lo que nos proponemos ahora reimpulsar, reestructurar y revitalizar. Se trata de fortalecer todo el andamiaje gubernamental para seguir enfrentando victoriosamente con toda nuestra artillería —del pensamiento, de las finanzas, de la economía, de lo social…— los nuevos retos que se nos avecinan rumbo al cuarto semestre del 2009 y con miras al año 2010, para adentrarnos con paso firme y decidido a la era bicentenaria de nuestra Independencia, que como nunca comienza a ser una realidad en todos los sentidos. "La suprema autoridad —pensaba Bolívar—debe ser perpetua; porque en los sistemas sin jerarquías se necesita, más que en otros, un punto fijo alrededor del cual giren los magistrados y los ciudadanos, los hombres y las cosas".
Y así como buscamos vías efectivas para la organización y la mejora de la gestión interna, puertas afuera buscamos cumplir, con similar intensidad, el mismo esfuerzo por contribuir en el enlazamiento del orden mundial multinuclear: se trata de acelerar los pasos, con la mayor firmeza posible, hacia la constitución de un mundo multipolar vinculado desde la horizontalidad de la soberanía de los pueblos; desde el respeto y la corresponsabilidad mutuas en la protección y en la producción pacífica. Un mundo despojado de todo lastre belicista: un mundo de dignidad.


La firmeza en las relaciones con el mundo africano, uno de los elementos constituyentes de nuestra esencia mestiza, nuestroamericana, caribeña; uno de nuestros pilares culturales. Más, mucho más tenemos por hacer viendo hacia nuestro continente hermano, la Madre África, que dirigiendo nuestra mirada hacia el universo occidental y capitalista.


CaraDeAfrica Bueno es recordar las palabras del popularmente conocido como "el Che Guevara Negro", el gran líder de la revolución de Burkina Faso, Thomas Sankara. Sankara da en el centro de la diana de nuestro propósito dentro de este mundo que está en transición hacia la multipolaridad: "Preferimos buscar formas de organización mejor adaptadas a nuestra civilización, rechazando de manera abrupta y definitiva toda suerte de imposiciones externas, para crear condiciones dignas, a la altura de nuestras ambiciones. Acabar con la supervivencia, aflojar las presiones, liberar nuestros campos de un inmovilismo medieval, democratizar nuestra sociedad, despertar los espíritus sobre un universo de responsabilidad colectiva, para atreverse a inventar el futuro. Reconstruir la administración cambiando la imagen del funcionario, sumergir nuestro ejército en el pueblo y recordarle sin cesar que sin formación patriótica, un militar es sólo un criminal en potencia. Ése es nuestro programa político". Así se manifestaba este mártir de la Revolución africana y mundial en su memorable intervención ante la ONU el 4 de octubre de 1984.


Y ante esta perspectiva, nuestro Padre Libertador nos da una clave integradora: un elemento que hace comunidad cultural y por lo tanto con mayor potencial económico, político y social. Lo vemos claramente en este breve pasaje del Discurso de Angostura (1819): "La sangre de nuestros ciudadanos es diferente, mezclémosla para unirla…". Bolívar nos conmina a recordar qué nos constituye, qué nos ha hecho hijos de Nuestra América: nos conmina a nunca olvidar que siendo en parte africanos, mestizos que somos, existe una alianza natural que debe robustecerse con decisión en el plano de la práctica. Nuestros problemas son comunes, las causas y sus raíces hacen comunión. Juntos liberamos este continente una vez, lo volveremos a hacer, ya lo estamos haciendo, y en el proceso los pueblos de la vasta África liberarán de nuevo, junto a nosotros, su tierra y su historia. Porque si existe una manifestación que anticipe y anuncie la multipolaridad, no es otra que rescatar y salvaguardar nuestra identidad, nuestra historia, nuestro mundo: el mundo de los pobres. Éste es propósito central de la próxima cumbre África-América.


¡¡Patria, Socialismo o Muerte!!
¡¡Venceremos!!

 

Hugo Chávez

domingo, 13 de septiembre de 2009

Las líneas de Chávez No. 38

El Mundo Multinuclear: El Nuevo Mundo

No podemos seguir reproduciendo ciegamente la miserable lógica que atenta contra el orden ecológico y las condiciones mínimas de la vida en sociedad: una lógica que nos arrebata el porvenir y pulveriza nuestras identidades. Es la lógica imperial, capitalista

I


Luego de concluida esta larga gira son muchas las consecuentes y valiosas reflexiones que de ella se desprenden y en las que debemos ahondar.

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Regreso más convencido que nunca de que es absolutamente posible, además de necesario, echar abajo la hegemonía política, económica, cultural y militar que el imperio yanqui pretende imponerle al mundo. No se equivoca Noam Chomsky al plantear radicalmente el gran dilema de nuestro tiempo: hegemonía o supervivencia. Si no echamos abajo la hegemonía imperial, el mundo irá hacia la barbarie.


No podemos seguir reproduciendo ciegamente la miserable lógica que atenta contra el orden ecológico y las condiciones mínimas de la vida en sociedad: una lógica que nos arrebata el porvenir y pulveriza nuestras identidades. Es la lógica imperial, capitalista. Estamos obligados a transitar otros senderos, sin renunciar a los particulares procesos de cada pueblo.


Ante tantos propósitos y celadas que quieren desviarnos del camino, debemos crear nuevas formas de mancomunidad y a la vez propiciar nuestras propias estrategias de resistencia. Resistencia y creación múltiple para poder convertir el destino en conciencia, como decía el escritor francés André Malraux.


Por eso mismo, Venezuela sigue y seguirá luchando –con la misma consecuencia de siempre– por la creación de un mundo multipolar. Ahora bien, el mundo multipolar que queremos no está a la vuelta de la esquina.


Esta gira me ha permitido mirar con mayor claridad el panorama.


Quiero retomar lo que dije en la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos en Moscú: hoy podemos decir que el mundo ha dejado de ser unipolar. Pero ni se ha reproducido un escenario bipolar, ni hay indicios tangibles de la marcha hacia la conformación de cuatro o cinco grandes polos de poder mundial. Es evidente, por ejemplo, que la estructuración de Nuestra América como un solo bloque político no se ve en el horizonte inmediato: no se hará realidad en el corto plazo. Pero igual pasa en África, Asia y Europa.


Lo que sí comienza a hacerse visible es un conjunto creciente de núcleos geopolíticos sobre el mapa de un mundo al que ya pudiéramos llamar ahora sí, el Nuevo Mundo. Se trata de un mundo multinuclear como transición hacia la multipolaridad.


El que se acelere la transición hacia la multipolaridad va a depender de la claridad, la voluntad y la decisión política que se desprenda de los países-núcleo.


Dispersos nos quisieran mantener las fuerzas que aspiran dejarnos en la retaguardia de la historia, siguiendo el mismo juego perverso que bien conocemos por sus nefastos resultados para la humanidad. Sin embargo, con esta larga travesía, cruzando fronteras de tres continentes y abriendo el corazón libertario al mundo, cumplimos con el sagrado deber de profundizar el pacto inexorable entre los pueblos que corremos suertes comunes, apostamos a iguales desafíos y compartimos las mismas esperanzas.


Difícil les será silenciar este canto plural que están entonando múltiples naciones, que frente a la globalización hegemónica que impone el capitalismo han comenzado a edificar globalizaciones contrahegemónicas, para decirlo en los términos del pensador portugués Boaventura de Sousa Santos cuando, en su libro Una epistemología del sur, nos propone pensar en un nuevo movimiento democrático transnacional. En este sentido, sentí en el espíritu compartido entre los pueblos hermanos de Libia, Argelia, Siria, Irán, Turkmenistán, Bielorrusia, Rusia y España, que ante la crisis mundial no bastan los esfuerzos aislados.


Las afinidades que encontramos en los países hermanos van a contribuir en la marcha conjunta. Igualmente, los nuevos y múltiples acuerdos que hemos firmado son una muestra más de que estamos dispuestos, con todas las fuerzas que nos exige la historia, a crecer manteniendo siempre la brújula orientada, con indeclinable firmeza, hacia el logro de la felicidad de nuestros pueblos.


Inmenso es el compromiso: inmenso también es nuestro empeño para no dejarnos tragar por las fuerzas oscuras que pretenden acumular la extrema riqueza para unos pocos, al costo de la desgracia de millones de seres humanos. Esa asimetría descomunal e inhumana hay que cambiarla radicalmente o no habrá vida para nadie en un futuro no tan lejano.


II


En esta semana que concluye se cumplieron 36 años de la tragedia chilena. Creo que una de las lecciones a extraer de ella es esta: para el imperialismo y las clases dominantes lo fundamental es preservar el sistema capitalista, así haya que llevarse por delante a la democracia. El compañero Salvador Allende fue un demócrata ejemplar y sin embargo contra él, y contra su pueblo, perpetraron el más monstruoso de los crímenes aquel 11 de septiembre de 1973.


Allende fue el gran precursor del cambio de época que la América del Sur vive hoy. Se equivocan, entonces, quienes han dicho que la vía planteada por la Unidad Popular era errónea. El socialismo no significa ruptura de la democracia y del Estado de derecho, sino en contrario, su plena realización.


Se cumplieron, también, 8 años del otro 11 de septiembre: el de 2001. Imposible olvidar que aquel día comenzó la más brutal de las escaladas imperialistas. No hay nadie ya que no cuestione la versión oficial –la que diera el Gobierno de Bush– sobre los trágicos hechos ocurridos en la ciudad de Nueva York. Y lo más terrible es que fue tomada como pretexto para desencadenar una “guerra al terrorismo”, que le ha permitido al imperio atropellar impunemente pueblos y soberanías. Así sucedió con Afganistán y con Iraq. Allí está, también, el doloroso apartheid que padece el pueblo palestino a manos del Estado de Israel como demostración de quiénes son, en realidad y en verdad, los practicantes del terrorismo a escala mundial.


III


Tomando como inicuo pretexto su rechazo a la Ley Orgánica de Educación, ciertos sectores minoritarios pretenden sabotear el inicio del año escolar. ¿Qué hay detrás de esto? Los turbios intereses de un grupito de mafias que, desde siempre, han entendido a la educación como un negocio redondo. Y que, por ello, no quieren que el Estado docente ejerza plenamente su papel.


Está claro: la contrarrevolución se vale de cualquier cosa en su chapucero intento de calentar la calle a como dé lugar. Fracasarán una vez más.


El pueblo venezolano, nosotros los padres, ustedes las madres, los maestros y maestras y sobre todo la juventud estudiantil, no vamos a permitir que se ponga en riesgo el normal desenvolvimiento del año escolar.


Quiero llamar al pueblo a la defensa activa de la LOE: a conocerla cada vez mejor y, por supuesto, a difundirla. Es un instrumento legal necesario para alcanzar el más trascendente de los fines: la educación como praxis liberadora y transformadora.


Y seguir por la senda que señala el Padre Bolívar: “Las Naciones marcharán hacia su grandeza al mismo paso con que camina su educación”.


¡Patria, socialismo o muerte! ¡Venceremos!

Hugo Chávez

domingo, 6 de septiembre de 2009

Las líneas de Chávez No. 37

Desde Teherán (II)

Teherán, 06 Sep. ABN (por Hugo Chávez Frías).- Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración, continúa siendo la frase más acabada que expresa el sagrado propósito del pensamiento bolivariano: nuestro Libertador la escribió, un día como hoy, el 6 de septiembre de 1815, como respuesta de un Americano Meridional a un Caballero de Jamaica, Henry Cullen.

Este monumental documento conocido por la historia como La Carta de Jamaica expresa la utopía concreta más sublime y trascendente que se haya forjado en este lado del mundo: las bases materiales para la construcción y la creación de un Nuevo Mundo aparecen en estas páginas que parecen haber sido escritas ayer en la noche.

Hugo Rafael Chávez Frias,   Mahmud Ahmadineya
En verdad, la carta profética nos impulsa a reflexionar sobre la relación de nuestros pueblos con la utopía y, más aún, con la utopía concreta americana –que hoy adquiere su más nítida forma– a pesar de que todo parecía desmentirla en 1815.


No otra cosa entonces fue lo que nos impulsó en Bariloche: no otra cosa este volar impetuoso a tierras distantes en lo espacial pero cercanas y hermanadas en nuestros corazones por medio de este sentimiento Sur-Sur que nos embarga. Se trata de la conformación de un mundo multiplural y pluripolar que nos blinde ante las amenazas imperialistas.


Tal y como lo dije en Argelia, quiero reiterarlo: ante la nueva arremetida imperial y de sus movimientos de extrema derecha, golpista y vendepatria, que pretende frenar los cambios en nuestra América y en el mundo; ante esa agresión, la respuesta no es otra que acelerar los procesos de unión como lo estamos haciendo en nuestra región, a la vez que aseguramos los procesos de acercamiento e integración de los bloques geopolíticos.


Por estos caminos andamos porque la única amenaza real y verdadera para todos nosotros es la continuidad de la hegemonía del imperialismo yanqui.


El interés bien entendido de una República se circunscribe a la esfera de su conservación, prosperidad y gloria, decía Bolívar también en su carta profética de 1815. El desarrollo económico, el auge de las luces, la práctica cotidiana de la igualdad y, en consecuencia, de la libertad, son los elementos centrales de una República genuina en el marco del respeto y la defensa de todos al bien común y al bienestar colectivo.


La esfera de nuestra conservación, prosperidad y gloria para nada debe ser desemejante con la de otros pueblos, a conciencia plena de que no hay soluciones nacionales aisladas: ello es una simple ilusión ante el mar de problemas que agobia a la humanidad entera.


Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración: ¿no es acaso este un principio extrapolable a la realidad de naciones hermanas a nuestra Patria más allá de nuestro continente, “allende los mares”para usar el lugar común? Esta es y ha sido una de nuestras premisas permanentes y con esta gira que mañana tocará suelo bielorruso la honramos y le damos un sentido práctico y consistente: la consolidación cada vez mayor de un mundo multipolar, de diplomacia “multivectorial” como en alguna oportunidad destacara Vladimir Putin, primer ministro de Rusia y amigo de Venezuela.


Hablamos de la construcción de un mundo en el que cada nación constituya un polo de soberanía y dignidad por el sólo hecho de ser una nación constituida por un pueblo que le da identidad y arraigo, un planeta cimentado en la solidaridad y en el intercambio justo. No soy economista, pero que me demuestren lo contrario con lo que pretendo decir: en un mundo cada vez más entrelazado de diversas maneras, cada vez más estrecho en sus relaciones y en las repercusiones que ofrecen las bondades y los conflictos, como bien lo demuestra la actual crisis financiera, en fin, en la casa común, como dijera el gran teólogo de la liberación Leonardo Boff, no existe razón consistente para que existan naciones sometidas a la pobreza.


No quiero pecar de ingenuo o de idealista con lo que acabo de decir, pero bien sabemos cuáles son las causas para que lo antes mencionado parezca una levedad y no una verdad indiscutible: ese ha sido el trabajo de la injerencia cultural, de los intereses transnacionales, de la preservación de la hegemonía dependiente de los Estados Unidos y de los cegados y envejecidos poderes occidentales: es preferible establecer una narrativa en torno a la imposibilidad de hacer justicia o de secuestrarla en nombre de la democracia, disminuyendo las potencialidades creadoras de todas las naciones, de sus pueblos. Pretenden administrar valores fundamentales como democracia, justicia, igualdad y libertad para que otras interpretaciones, más en consonancia con el pueblo descalzo, no tengan cabida, no existan. Nos llaman subdesarrollados, atrasados, bárbaros y pare de contar y nos lo hacen saber a punta de barbarie, violencia, intervencionismo y guerras injustificadas. Y aquí caemos en un elemento de análisis central: ¿quién es el que realmente depende para su injustificada subsistencia de recursos, control territorial, muerte, hambre e ignorancia? ¿Quién llega a lo injustificable y deja en entredicho lo que afirmamos un párrafo más arriba? Que cada quien fabrique su propia respuesta.


Libia, Argelia, Siria, Bielorrusia, Rusia: países que van a contracorriente de la pauta yanqui integran a su modo, como nosotros, el “Eje del Mal”: mote que transpira tufos de protestantismo reaccionario.


No es difícil de imaginar el porqué de tal calificación.


No olvidemos que el “Eje del Mal” fue una infeliz creación del también infeliz Ronald Reagan, patéticamente reciclada por el ex presidente Bush hijo: no pasa de ser un vulgar constructo mediático para ocultar y tergiversar políticas soberanas que conservan su propio rumbo, su camino a la dignidad.


Frente a tan estrecha etiqueta –reflejo de su propio accionar– recordemos al gran pensador revolucionario Tariq Alí, que nos honró al llamarnos –a Bolivia, a Venezuela, a Ecuador– el “Eje de la Esperanza”, eje que, para usar las palabras del mismo Alí en entrevista realizada por Amy Goodman, “muestra que es posible despertar al mundo del sueño neoliberal en el que está sumergido y que los líderes de América Latina tienen una visión social que le ofrece al mundo una cierta esperanza en estos momentos”. En pocas palabras, construimos en conjunto, en voz colectiva, no sólo un eje de esperanza, sino un eje de paz.


¡¡Venceremos!!

Hugo Rafael Chávez Frías