domingo, 24 de mayo de 2009

Las líneas de Chávez No. 22

oAló, el Sur también existe


Canto oriental, canto amigo
canto mil veces cantado
suena el clarín de los gallos
cuando la mañana viene
y como dice Benedetti
el canto no se ha acabado



Con estos versos de un cantor del pueblo nuestro, Alí Primera, quiero honrar de nuevo la memoria de otro cantor del pueblo, nuestro poeta y camarada Mario Benedetti, voz y conciencia nuestroamericana. Eso fue, es y será por siempre nuestro amado maestro: canto oriental, canto amigo, canto mil veces cantado, canto de nunca acabar, clarín de todos los gallos anunciando infinitos amaneceres para esta Patria Grande de todos.

Benedetti fue un hombre comprometido plenamente con el socialismo, la voz que siempre se encargará de recordarle al mundo que el Sur también existe.

Nuestro Sur, ahora más que nunca, existe y existirá: tal vez sea nuestro homenaje más sincero al poeta el hecho mismo de que la mala nueva de su partida nos sorprendiera precisamente más allá de las pampas, en el corazón de la Patagonia argentina: allá estábamos, avanzando en el fortalecimiento del eje Caracas-Buenos Aires, carril central de la geopolítica integradora para hacer realidad el proyecto de la gran potencia suramericana.

Como una espiral que todo lo devora, la “crisis perfecta” del capitalismo global sigue avanzando a pasos agigantados, y no sabemos a dónde llegará ni cuándo parará. Sabemos, eso sí, que los remedios y tratamientos anunciados por los países más poderosos del Norte, con su arquitectura financiera y sus políticas hegemónicas, no lograron superar las grandes contradicciones desatadas en el seno del imperio capitalista mundial y que hoy constituyen un verdadero azote mundial.

¿Cuál será entonces, debemos preguntarnos, el verdadero y eficaz remedio para tamaña enfermedad mundial?

No tengo la menor duda y por tanto lo afirmo categóricamente: es Bolívar el principal portaestandarte de las fórmulas salvadoras, es Bolívar el baquiano mayor que se ha colocado de nuevo en vanguardia, doscientos años después.

Desde el Monte Sacro, a las afueras de Roma, comenzó a decirlo, aquel 15 de agosto de 1805 (¡Tenía apenas 22 años recién cumplidos!): “Este pueblo ha dado para todo (refiriéndose a Roma y a su imperio), menos para la causa de la humanidad… pero para la emancipación del espíritu, para la extirpación de las preocupaciones, para el enaltecimiento del hombre y para la perfectibilidad definitiva de su razón, bien poco, por no decir nada”.

Y luego continúa perfilando su utopía, que convertirá en juramento y en razón de vida: “La civilización que ha soplado del Oriente ha mostrado aquí todas sus fases, ha hecho ver todos sus elementos; mas en cuanto a resolver el gran problema del hombre en libertad, parece que el asunto ha sido desconocido y que el despeje de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino en el nuevo mundo”.

Su pensamiento es profundo, intenso, filosófico, hasta matemático. Y va perfilando desde entonces y hasta hoy, las soluciones a la “misteriosa incógnita”.

Trece años después, desde las riberas del Orinoco y en plena guerra de liberación, Bolívar le escribe al Supremo Director de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Sr. Juan Martín Pueyrredón, ahora sobre el propio y gigantesco teatro de operaciones, de cuyas profundidades emergía un gran parto histórico: “Cuando el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su independencia, o que circunstancias más favorables nos permitan comunicaciones más frecuentes y relaciones más estrechas, nosotros nos apresuraremos, con el más vivo interés, a entablar, por nuestra parte, el pacto americano; que, formando de todas nuestras repúblicas un cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas”.

Y concluye señalando magistralmente el objetivo supremo: “La América así unida, si el cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse la reina de las naciones y la madre de las repúblicas”.

¡Vaya qué fórmula, vaya qué baquiano, vaya qué desafío el nuestro!

Y en 1824, el 7 de diciembre, sobre el mapa vivo del nuevo mundo, del mundo nuevo, desde las alturas de Lima, Bolívar continúa inventando la fórmula salvadora, cuando convoca a todos los pueblos de las repúblicas nacientes, antes colonias españolas, al Congreso de Panamá.

“Después de quince años de sacrificios consagrados a la libertad de América, por obtener el sistema de garantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro nuevo destino, es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos”.

“Diferir más tiempo la asamblea general de los plenipotenciarios de las repúblicas que de hecho están ya confederadas, hasta que se verifique la accesión de los demás, sería privarnos de las ventajas que produciría aquella asamblea desde su instalación. Estas ventajas se aumentan prodigiosamente si se contempla el cuadro que nos ofrece el mundo político, y muy particularmente, el continente europeo”.

Y concluye con una especie de profecía conminatoria que hasta hoy nos abarca, nos convoca, nos impulsa: “Si V. E. no se digna adherir a él, preveo retardos y perjuicios inmensos, a tiempo que el movimiento del mundo lo acelera todo, pudiendo también acelerarlo en nuestro daño”.

No hay duda: este es el camino. Hoy apenas si tenemos tiempo, aceleremos el paso, como obligación suprema.

Hacia adentro del país, aumentemos las revoluciones de todas las máquinas en la construcción del socialismo. Y al mismo tiempo, hacia afuera de Venezuela, aceleremos todas las dinámicas integradoras. Citábamos a Perón hace unos días en Buenos Aires: “El siglo XXI nos conseguirá, o unidos o dominados”.

En ese portentoso libro que es “Más allá del Capital”, Mészáros, señala:

“Las crisis son entonces una conminación general que apunta más allá de la presuposición…”. Se refiere a presuposición del mercado mundial como totalidad terminante, como “destino manifiesto”, como inevitable fin de la historia y solución de los males del mundo, para concluir la frase con su visión futurista, transicional, socialista: “Y (las crisis son) el apremio que conduce hacia la adopción de una forma histórica nueva”.

Sin duda alguna, la actual crisis mundial del capitalismo es parte del tránsito hacia esa forma histórica nueva: ¡El socialismo del siglo XXI!

Y precisamente por ese camino vamos, al estar hoy domingo, cuando estas líneas salen al aire, en Quito, esta heroica ciudad capital del Ecuador.

Aquí, donde un pueblo también bolivariano, conducido por el presidente Rafael Correa, también socialista, está en plena revolución ciudadana, bolivariana, sucrista y alfarista.

Hoy es 24 de mayo. Hace 187 años, en las filas del volcán Pichincha, aquella suma de pueblos que era el Ejército Libertador selló la independencia definitiva de todo el territorio que, por ese entonces, se llamaba Quito: aquel 24 de mayo de 1822, Antonio José de Sucre, Mariscal de América, se revelaría como un brillante estratega y un magnífico conductor de tropas. Pichincha fue el luminoso preludio de lo que, dos años después, sería Ayacucho: el dominio español en la América del Sur recibió un durísimo golpe que lo dejaría tambaleante, quedándole solamente el Perú como último reducto. Pero, más importante aún, Pichincha proyecta plenamente su vigencia en el presente suramericano: Pichincha es aquí y ahora fuente viva de inspiración para el cambio de época que nuestros pueblos están haciendo realidad. Pichincha es el compromiso irrenunciable de marchar unidos hacia el porvenir: en el horizonte ya está brillando el sol de nuestra independencia definitiva y comienza a iluminarnos con sus rayos. Y con nosotros y nosotras, van al frente Bolívar, Sucre y Manuela, para abrirnos el camino hacia la victoria final.

Esta semana que recién finaliza fue de grandes satisfacciones, allí donde nuestra industria de los hidrocarburos y metalúrgica se fortalece y alcanza todo el valor estratégico que nunca tuvo para nosotros como nación. En El Tejero, Monagas, tomamos control de las operaciones de compresión e inyección de gas en el oriente del país, y en Puerto Ordaz dimos otro gran paso al frente con la nacionalización de las metalúrgicas y una planta de cerámicas. Como lo establece nuestra Constitución, nuestro Estado se reserva el control de todas las actividades productivas que sean de valor estratégico para nuestra nación. Pero nunca, jamás, en contra de los verdaderos protagonistas de nuestras industrias de los hidrocarburos y básicas: sus trabajadores. En uno y otro sector han salido fortalecidos como consecuencia de un real y verdadero acto de justicia para hombres y mujeres que en su mayoría vivían bajo la humillante condición de “tercerizados”, neoesclavismo que nos dejaron décadas de neoliberalismo. Como consecuencia de estos actos de soberanía, se despeja el horizonte para la constitución del gobierno obrero que poco a poco tomará el control de todas esas empresas. Lo dije en Puerto Ordaz, y de ello estoy convencido: así como Guayana es el Macizo Guayanés, será también el macizo donde asentar la plataforma para la construcción del socialismo con la clase obrera como vanguardia.

Aló Presidente cumplió sus primeros diez años. Gracias a todos y a todas quienes lo han hecho posible. Tú, compatriota, ustedes camaradas, le dan la vida.

Pues que viva nuestro Aló dominguero, alegre y bonito. Para seguir “despejando la misteriosa incógnita”. Allá aquellos con su odio. Aquí nosotros con esta alegría.

¡Venceremos!

Hugo Chavez
Tomado de Yvke Mundial

domingo, 10 de mayo de 2009

Las Líneas de Chávez No. 21


Madre santa, Maisanta...

Día de la Madre. Nos reconocemos en el amor encarnado por las madres venezolanas: somos radicalmente fieles a su amor. Un amor que se ha transfigurado en Patria, en Revolución, en Humanidad. Madre Patria, Madre Revolución, Madre Humanidad, Madre Santa, Maisanta.

Yo quiero celebrar a todas las madres --y entre ellas a la que me dio el ser, a la autora de mis días-- con la voz única de la poesía.

En la voz de Ludovico Silva a través de su extensa y estremecedora Carta materialista a mi madre. Lo de materialista, por cierto, tiene que ver con su identificación con el marxismo. Así evoca su nacimiento: Madre, yo no sé cómo escribirte puesto que me escribiste tú a mí mismo.

Se te abrieron las caderas y las piernas se ampliaron como catedrales: me pariste, según dices, a las cinco de la mañana, la hora del alba y las resurrecciones.

Y uniendo el sentimiento por la madre y la pasión del revolucionario, continúa Ludovico: Vida es dolor, mamá, ya tú lo sabes, podrá no ser dolor para los dueños del capital; éstos no sienten, tienen dinero en los nervios, se comen a sus semejantes con dientes de oro, buscan siempre el término medio, son mediocres, no andan, como tú y como yo, por los extremos.

Por los extremos se llega a la sabiduría.

Eso los haría sudar, morirse de miedo, porque viven muertos de miedo a la vida.

Nosotras y nosotros, en cambio, estamos vivos por amor a la vida: a la nueva vida que estamos creando y que se llama socialismo.

Y a la voz de Ludovico queremos unir la de Pablo Neruda en su Canto a las madres de los milicianos muertos, escrito en pleno torbellino de la Guerra Civil Española (1936-1939): Porque de tantos cuerpos una vida invisible se levanta. ¡Madres, banderas, hijos! Un solo cuerpo vivo como la vida: un rostro de ojos rotos vigila a las tinieblas con una espada llena de esperanzas terrestres.

Sigan ustedes, madres venezolanas, junto a todo el pueblo, empuñando esa espada llena de esperanzas terrestres: sigan dándole el más grande ejemplo de dignidad al mundo. Y a la voz de Neruda, unimos la del cumanés Andrés Eloy Blanco, en su “Maisanta, corrido de caballería”, dedicado al general guerrillero Pedro Pérez Delgado, “El último hombre a caballo”: Ya Pedro Pérez Delgado no tiene madre ni Patria ni un retrato de la madre ni un retrato de la Patria lo cruzan madres con sed lo surca una Patria tostada pero tiene el corazón como tapiz de sabana y junta madre con Virgen y junta Virgen con Patria y cuando va a la pelea pone a las tres en el anca...

10 de mayo: Día de la Afrovenezolanidad. Un 10 de mayo de 1795 un grito de Libertad se extendió por toda la Sierra de Coro e hizo temblar los cimientos del régimen colonial.

Se llamaba José Leonardo Chirino el jefe de aquella gran insurrección cuyo objetivo era establecer lo que los rebeldes de la Sierra llamaban la Ley de los Franceses, esto es, la República: abolición de la esclavitud y supresión de los privilegios. Como bien lo señala Federico Brito Figueroa: era una verdadera Revolución social.

¿Quiénes siguieron a José Leonardo?: los descendientes de los loangos o minas que habían sido traídos como esclavos desde el Congo. Era la madre África que se rebelaba en Venezuela contra tanta opresión, explotación, humillación.

Aquí tenemos que recordar a nuestro Libertador y a una de las mayores frustraciones de su vida: contra todo lo que pensó, dijo y obró, la abolición de la esclavitud no pudo llevarse a la práctica. Recordemos aquellas palabras de su Discurso ante el Congreso de Angostura del 15 de febrero de 1819: ...yo imploro la confirmación de la libertad absoluta de los esclavos, como imploraría mi vida y la vida de la República.

Precisamente quienes finalmente traicionarían a Bolívar se opusieron, desde siempre, a la abolición de la esclavitud.

Cómo no reivindicar, con Alí, la gesta de José Leonardo: José Leonardo fue / sudor de negro y cacao / cuando batía el melao / para echar al español / que después se volvió gringo / y aquí lo tenemos hoy.

En este preciso sentido somos herederos y continuadores de aquella gesta. Por eso mismo, el 10 de mayo ha sido consagrado como Día de la Afrovenezolanidad.

La batalla contra el racismo y la discriminación en todas sus formas continúa. Es una batalla mediática porque es una batalla cultural: los medios privados segregan toda clase de estereotipos racistas y pretenden blanquear la realidad venezolana, ignorando deliberadamente quiénes somos y de dónde venimos. Es la falsa conciencia que ha querido y quiere imponernos el colonialismo cultural.

La descolonización cultural de la sociedad venezolana es uno de los grandes objetivos de la Revolución Bolivariana: no olvidemos que mientras el colonialismo siga vivito y coleando en las mentes, lo viejo no terminará de morir y lo nuevo no acabará de nacer.

El PSUV inicia el proceso de inscripción y actualización de datos de su militancia. La Revolución Bolivariana ha emprendido una real y verdadera transformación de la cultura política del país. Para eso precisamente nació el PSUV.

A lo largo de estos diez años fuimos comprendiendo que profundizar la democracia, ampliando y acentuando el protagonismo del poder popular, no era otra cosa que lo que, a partir del año 2005, nos atrevimos a llamar por su nombre más auténtico: socialismo.

Una Venezuela socialista ha sido el punto cardinal hacia donde hemos querido movernos sin descanso. Socialismo como exigencia y compromiso, socialismo hecho por hombres y mujeres que son y se sienten merecedores de una dignidad cada vez más elevada, socialismo que haga justa la justicia y que iguale la igualdad, que nos pueble de virtud y de felicidad colectiva; socialismo en clave cristiana y amerindia, venezolana y nuestro americana, obrerista y agrarista; socialismo que nos oriente a vivir de tal suerte que nada humano nos sea ajeno porque Patria es humanidad.

A partir de la gran victoria popular del 3 de diciembre de 2006, se hizo urgente la necesidad de crear una organización política que se convirtiera en instrumento y motor del pueblo como constructor del socialismo: así nació el Partido Socialista Unido de Venezuela con el fin de profundizar, política e ideológicamente, el proyecto que nos hemos trazado (en el entendido de que el partido no puede sustituir al pueblo en la construcción del socialismo).

La tarea es ardua pero su necesidad inexorable. Permítanme la imagen: las corrientes del río son a las fuerzas de las organizaciones populares lo que el partido a los cauces del mismo río. Sin cauce ni corrientes no hay río sino aguas empozadas, dispersas y sin vida.

Hago estas reflexiones a propósito de las cinco semanas que tenemos por delante: cinco semanas en las que el PSUV, a partir del viernes 8 de mayo, abre un proceso de actualización de datos e inscripción de nuevos militantes en el camino hacia el Congreso Extraordinario en el próximo mes de octubre.

Año decisivo es el 2009: año clave para acelerar el proceso de transición, trascendiendo al capitalismo cuya crisis, como sistema-mundo, es de carácter estructural; año de grandes decisiones de cara al tiempo histórico al que estamos llamados a darle consistencia socialista.

No olvidemos que las 3 R siguen vigentes: revisión, rectificación y reimpulso en todos los espacios. Comenzando por el PSUV.

En especial, es de la más decisiva importancia el reimpulso del partido en el terreno ideológico. Cada militante debe convertirse en una conciencia lúcida y vigilante, entregada al estudio y al compromiso con el socialismo, a su construcción en el día a día, alejándose tanto del dogmatismo estéril como de las edulcoradas desviaciones.

Hay y habrá mucho que reflexionar y proponer sobre el PSUV, desde esta trinchera de ideas, en las próximas semanas. Vaya, mientras tanto, la palabra de estímulo y aliento para toda la militancia del PSUV, junto con la bienvenida a los nuevos y nuevas militantes, de quien se sabe y se siente compañero de todas y todos: vamos juntos a reimpulsar cotidianamente al PSUV para convertirlo en el gran instrumento político que necesita la Revolución.

¡Patria, socialismo o muerte! ¡Venceremos!

Hugo Chávez Frías
Tomado de YVKE mundial

domingo, 3 de mayo de 2009

Las Líneas de Chávez No. 20

¡Cruz de Mayo, Cruz de Cristo!

Quien no bebe en la fuente de su memoria, corre el riesgo de extraviarse en el laberinto del olvido. Si andamos huérfanos de ella, estamos condenados a emprender la marcha de nuevo cada día, como una pena eterna, al igual que los que adversaban los designios divinos en Grecia. Por eso quiero abrir las Líneas de este domingo de la Cruz de Mayo, con unas palabras de José Martí:

“Acaba el corredor y ponen el pie en la trampa, las cuerdas colgantes, las cabezas erizadas, las cuatro mortajas.
Plegaria en el rostro de Spies; en el de Fischer, firmeza; en el de Parsons, orgullo radioso; a Engel, que hace reír con un chiste a su corchete, se le ha hundido la cabeza en la espalda”.

Y continúa Martí:

“Y resuena la voz de Spies, mientras están cubriendo las cabezas de sus cuatro compañeros, con un acento que a los que lo oyen les entra en las carnes: ‘la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora’”.

Así reseña el apóstol en enero de 1888 para el diario argentino La Nación, la ejecución de los cuatro mártires de Chicago aquel luctuoso 11 de noviembre de 1887: mártires porque fueron fieles, hasta dar la vida, a la justa indignación que los llevó a rebelarse el 1° de mayo de 1886.

Día trágico aquel 11 de noviembre, herida difícil de restañar, símbolo de la memoria histórica de los trabajadores y de sus luchas: consecuencia directa de la multiplicación de los desmanes y atropellos a partir de que la Revolución Industrial, en funesto matrimonio con el capital, se entronizara en el poder. Pero la voz de Spies sigue entrando en nuestras carnes: es la voz de la dignidad de quienes han creído y siguen creyendo en un evangelio de justicia e igualdad traducido en vida: de todos aquellos que apostaron y siguen apostando a la redención terrena: de todos los leales a la vida y adversarios de la muerte.

Para nosotros, comulgando con los más elevados intereses de la Humanidad, el Día Internacional del Trabajador tiene no sólo el sentido del inexorable homenaje a la memoria de la prolongada lucha de los pueblos: es reafirmación del compromiso de seguir en la brega para ver al sol del socialismo encarnado entre nosotros.

Quiero recordar las palabras de una mujer de nuestro pueblo, en la concentración de trabajadores socialistas del pasado 1° de mayo: “Hoy es el día de Juan albañil, de Juana la cocinera. Hoy es el día de su dignificación en Venezuela”. Por Juan albañil y por Juana la cocinera, dieron su vida los mártires de Chicago: por Juan albañil y Juana la cocinera, por su dignificación total, es nuestra lucha.

Y como para buscar aliento en uno de los mártires de Chicago, me refiero a Albert Spies, traigo a esta página unas luminosas palabras, dichas en su defensa y en la de sus compañeros, frente al tribunal que le condenaría a muerte: “Pero si creéis que ahorcándonos podéis contener al movimiento obrero, ese movimiento constante en que se agitan millones de hombres que viven en la miseria, los esclavos del salario; si esperáis salvación y lo creéis: ¡ahorcadnos…! Aquí os halláis sobre un volcán, y allá y acullá y debajo y al lado y en todas partes fermenta la Revolución. Es un fuego subterráneo que todo lo mina”.

Cruzando los tiempos de aquel Chicago hasta la Venezuela de nuestros días, tenemos que decir que nuestra Revolución Bolivariana también está atravesada por ese mismo fuego subterráneo que alentó a los trabajadores y obreros de aquella gloriosa jornada.

De allí nuestro compromiso con nuestros hombres y con nuestras mujeres que en cada jornada salen a los campos y a las fábricas a hacer Patria. A ustedes mi reconocimiento, ya que sin su incansable esfuerzo la transformación radical y revolucionaria que nos proponemos sería imposible. A ustedes que son fuerza viva, fuerza crítica y fuerza soberana de la Venezuela socialista que estamos construyendo, vaya pues mi homenaje.

La crisis económica mundial, que es una crisis estructural del capitalismo, no detendrá el avance hacia el socialismo en Venezuela.

Debemos ser un Gobierno real y verdaderamente obrerista, un Gobierno de los trabajadores y trabajadoras, en las palabras y en los hechos: no pueden haber prácticas institucionales, gubernamentales, que contradigan nuestra definición obrerista.

Primero que nada: no puede haber relación de tutela con respecto a los trabajadores dentro de la construcción de nuestro modelo socialista. No es ni al Estado, ni al Gobierno, ni al PSUV, a quienes les corresponde organizar y dirigir a los trabajadores: toca a los propios trabajadores asumir esa responsabilidad histórica, clasista, que les pertenece.

León Trotsky para definir al Estado despótico que se había consolidado con el estalinismo, lo llamaba Estado obrero degenerado. Por el contrario, un verdadero Estado obrero, de los trabajadores y las trabajadoras, debe ser capaz, no sólo de generar nuevas relaciones de producción y nuevas categorías y condiciones de tiempo y trabajo, sino de impulsar el proceso de transferencia de poder que vaya extendiendo el control de los obreros, de los trabajadores, sobre todo el proceso de producción. Ciertamente, es un proceso que lleva tiempo pero su dinámica tiene que iniciarse ya.

Tenemos que fundar y consolidar una nueva conciencia laboral que, según una gran luchadora y filósofa francesa llamada Simone Weil, debería estar marcada no por los groseros dividendos del capital ni por mezquinos intereses personalistas, sino en y por la proporción cada vez mayor de libertad. Y yo agregaría: de la auténtica libertad, esto es, la que se conquista en la batalla cotidiana contra la exclusión y la desigualdad.

¡Trabajadores y trabajadoras de mi Patria!: sepan que tienen en mí un inquebrantable aliado. Mientras en el planeta ya van apareciendo los 190 millones de desempleados que vaticinaba la OIT en el 2008, aquí estamos en una lucha sin cuartel por, para decirlo con Bolívar, la suprema felicidad social.

¡No habrá Revolución sin clase obrera!
¡No podremos profundizar la Revolución sin la clase obrera!
¡No habrá socialismo sin la participación y el protagonismo de la clase obrera!

Un gran objetivo histórico sigue pendiente: convertir a Venezuela en un país de lectoras y lectores; de lectoras y lectores activos y críticos y con sentido de pertenencia. Y a ello responde el Plan Revolucionario de Lectura que ya comenzó a establecer su dinámica creativa y liberadora por todo el territorio de la Patria, luego de su lanzamiento el pasado 25 de abril.

Se trata de leer para transformarse: para que cada hombre y mujer, a través de este nuevo proceso de formación para la lectura, se convierta en sujeto de la transformación de la realidad nacional rumbo al socialismo.

Hay que leer y leer, no sólo en los libros, sino en la realidad circundante. Es innegable la poderosa incidencia de la lectura en la formación de una nueva subjetividad: la que necesitamos para construir de verdad verdad nuestro socialismo. Recordemos que en la batalla mediática de cada día, cada uno de nosotros es un medio de comunicación y difusión. En este sentido, el Plan Revolucionario de Lectura va a optimizar nuestra estrategia comunicacional porque va a convertirla en un asunto real y verdaderamente colectivo.

El Plan Revolucionario de Lectura ha sido pensado y concebido para quienes padecieron secularmente la más atroz exclusión cultural y cognoscitiva: quienes padecieron la violencia de la ignorancia. El proceso que va a convertirlos en lectoras y lectores, lo que ya son potencialmente, está en función de elevar su capacidad como constructores y constructoras de una nueva sociedad y un nuevo mundo de vida.

Ser cultos para ser libres, decimos con Martí. La cultura es la base fundamental de nuestra libertad. La buena lectura es el camino maravilloso hacia la liberación definitiva.

¡Cruz de Mayo, Cruz de Cristo, Cruz de todos, Cruz de todas!
Contigo vamos, Cruz bendita de los oprimidos.

Y vamos cantando:
¡Patria, socialismo o muerte!
¡Estamos venciendo!
¡Venceremos!